En mi camino espiritual, descubrí que la espiritualidad a menudo llega acompañada de dolor, enojo y miedo profundos. Estos sentimientos, lejos de ser obstáculos, se convirtieron en puentes hacia mi autoconocimiento. El dolor fue mi maestro, el miedo mi guía y el enojo mi mensajero. A través de estas emociones, aprendí a conocerme verdaderamente, a establecer límites sanos y a reconocer que no soy solo luz y amor; también abrazo mis propias oscuridades, aquellas que en su momento me salvaron. Este viaje hacia mi autenticidad me ha transformado en la persona que soy hoy. ¡Bienvenidos a compartir este camino de exploración y crecimiento espiritual!
